Descripción
Una novela menos experimental que Plegaria para un Papa envenenado y más prolija que La carroza de Bolívar. Vuelve el Evelio Rosero de Los ejércitos.
Si hay algo que distingue al asesino es su entorno, los otros. En Toño Ciruelo la indagación empieza desde la raíz, infancia y juventud, el colegio, la vejez, los hechos nimios y complejos que configuran el rostro del monstruo, su proceso particular, porque ningún asesino es idéntico a otro. Esta novela es resultado de una exploración intestina encarnada en Eri Salgado, antagonista, testigo aterrado pero complaciente, informador de la historia del monstruo y también otra víctima espiritual de sus andanzas. Se trata de un despojamiento progresivo y contundente de las caras que adopta el asesino, hasta mostrar su última y definitiva cara, la de sus víctimas. Un descenso al centro del mal que absorbe al lector y lo involucra ineludiblemente, pero al mismo tiempo un ascenso hasta la cima literaria que reafirma la infinita originalidad de Evelio Rosero.
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