Descripción
Cuando Luis Miranda (Lima, 1967) ingresó por primera vez a una redacción se propuso que su trabajo sería distinto. Alérgico al estilo acartonado que padecía el periodismo nacional a principios de los noventa con las respectivas y perdurables excepciones, decidió que se centraría en aquello que pasaba inadvertido o que nadie quería ver.
Y que lo haría a través de una prosa sabrosa y cromática que no perdería nunca precisión ni encantamiento. Entonces se sumergió en el mundo urbano marginal de Lima y fue en búsqueda de sus más conspicuos personajes. Una de sus crónicas iniciales trataba sobre un desconcertante urinoterapeuta aficionado. Los colegas de Miranda lo miraron raro. Era una buena señal. José Carlos Yrigoyen
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