Descripción
Al negar que sea una psicología, un arte, una religión, una magia o incluso una ciencia, ¿habría dejado Lacan al psicoanálisis como flotando en el aire, ya sin saber qué es ni dónde está? Jacques Derrida lo consideraba un discurso inestable e inubicable; pero «discurso» tampoco resulta adecuado.
Sin embargo, en 1982, en su curso sobre «la hermenéutica del sujeto», Michel Foucault les hacía a los psicoanalistas una propuesta efectiva. Señalaba que el psicoanálisis no había sabido pensarse «en la línea histórica de la existencia de la espiritualidad y de sus exigencias». Por lo tanto, habría olvidado precisamente lo que es: una experiencia espiritual, mediante la cual, a través de otro, el sujeto efectúa sobre sí mismo las transformaciones necesarias para acceder a su verdad. Solamente Lacan, agregaba Foucault, no habría participado en ese olvido. De allí se desprenden tres preguntas: ¿hay que darle crédito a la genealogía del psicoanálisis que construye Foucault? ¿Qué sucede con la espiritualidad en Lacan? ¿Y en Freud?
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