Descripción
Libros del Zorro Rojo reedita, en un nuevo formato, esta magistral antología de relatos de Jack London sobre boxeo, ilustrada por Enrique Breccia. Las tres historias que integran el volumen son un reflejo del interés que profesaba el escritor norteamericano hacia el pugilismo, deporte del que fuera aficionado en su juventud y, ya en su madurez, cronista en la prensa gráfica.
«El combate» («The Game») fue publicado por entregas entre abril y mayo de 1905 en The Metropolitan Magazine. Esta novela breve recrea un suceso del que London fuera testigo: el fatal desenlace de un boxeador en el West Oakland Club.
«Un bistec» («A Piece of Steak»), escrito entre abril y mayo de 1909, costó 500 US$ a The Saturday Evening Post y fue publicado en noviembre de ese mismo año. El relato narra la historia de Tom King, un veterano boxeador, cuya familia se encuentra azotada por el hambre. La noche del combate, su mujer ayuna y envía a los hijos a dormir sin cenar para que Tom pueda comer un plato de gachas y enfrentarse a Sandel, joven y ascendente luchador. «Un bistec» está considerado entre los mejores relatos de boxeo que se hayan escrito.
«El mexicano» («The Mexican») fue vendido por 750 US$ a The Saturday Evening Post y publicado en agosto de 1911. London escribió la historia durante el inicio de la Revolución mexicana, inspirándose en la vida de Joe Rivers, pseudónimo de José Ybarra, un boxeador en el exilio que destinaba lo recaudado en sus peleas a la causa revolucionaria.
En estas historias, London desarrolla toda su capacidad para retratar con ejemplar claridad lo que sus personajes oyen, sienten y ven, intuyendo sus emociones y transmitiendo al lector, mediante una escritura sobria, la sensación de ansiedad, peligro y desesperación. La vez que fue interrogado sobre su estilo, London refirió que su método consistía simplemente en «descubrir la auténtica maravilla de las cosas». A lo largo de su obra, subyace una crítica contundente, objetiva y profunda hacia la cultura occidental. El lector de Marx, Darwin y Nietzsche, el vagabundo de los muelles de Oakland, el boxeador aficionado, el buscador de oro en Alaska, supo entender que la sociedad no era menos dura y cruel que la naturaleza. Y en esa convicción fundó su literatura
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